martes, 29 de julio de 2014

Llegada a Colombia: zona cafetera

La llegada a Colombia fue larga, todo un día de aeropuertos, desde que salimos temprano de Cuzco a Lima, unas horas de espera en Lima, y otro vuelo de Lima a Bogotá, donde por fin llegamos ya de noche. Aún así, nada comparable con el viaje de 3 días en bus que íbamos a hacer de no haber tenido la suerte de encontrar un vuelo económico. En Bogotá pasamos la noche en un hostel y al día siguiente salimos para Manizales, en la zona cafetera. La capital la visitaremos justo antes de volver a España, en nuestros últimos días en Colombia. El viaje a Manizales de 9 horas en un bus minúsculo por una tortuosa carretera de montaña se convirtió en uno de los peores de todo el tiempo que llevamos viajando, y no solo por lo anterior, que no es poco, sino porque nos la jugaron en la estación y no era directo como nos dijeron; hizo más paradas que el bus de línea y había ratos en que no cabía un alfiler. Es la aventura de viajar en Sudamérica. Al menos a ratos te amenizaban el trayecto los típicos vendedores ambulantes, y las vistas hacían que se te olvidara todo lo malo.

Llegamos a Manizales sobre las 9 de la noche, directos a casa de Julián, nuestro couchsurfer en tierras colombianas. Por fin parece que vuelven a aparecer couchsurfers después de lo poco que había en Bolivia y Perú. Nos acogió con una sonrisa a pesar de las horas y nos llevó a comer las típicas arepas colombianas. En los pocos días que hemos compartido con él nos hemos sentido como en casa; otra vez la magia de couchsurfing.

El día siguiente lo aprovechamos al máximo. Primero fuimos al centro a por algo de información, subimos en teleférico para observar una vista panorámica de la ciudad, que se encuentra entre montañas y forma parte del eje cafetero. Después fuimos al Recinto del Pensamiento, un lugar idílico creado por la federación de cafeteros que tiene un mariposario, un bosque de orquídeas, una pequeña reserva de animales con venado, ovejas y avestruces, un jardín con bonsais y un observatorio de colibríes, el pájaro más veloz del planeta, que aletea hasta 200 veces por segundo y tiene una frecuencia cardíaca de 1000 latidos por minuto.


Sin perder tiempo, volvimos al centro para entrar en la catedral, una de las más altas del mundo, y subir hasta la torre. Antes de la visita guiada, nos tomamos nuestro primer café colombiano dentro de la catedral.

Por la noche estuvimos conversando largo y tendido con Julián, mientras saboreábamos un rico ron de Caldas. Como ya hemos contado durante el viaje, las conversaciones con nuestros couchsurfers es una de las cosas más enriquecedoras del mismo, y pudimos aprender sobre la realidad social del país y los cambios que se han producido para mejor respecto a la guerrilla y el narcotráfico.





El día 26 viajamos a Salento, situado cerca del valle del Cocora y rodeado de montañas. Comimos trucha a la marinera y al ajillo, una delicia hecha comida, y con el estómago lleno, caminamos 40 minutos hasta la finca Ocaso, donde hicimos una visita a la plantación de café y aprendimos todo el proceso artesanal para elaborar el café. Fue muy didáctico y pudimos probar el que es considerado el mejor café del mundo. 

Volvimos por otro pueblo, Boquía, y el paisaje y las casas eran de fantasía. Esperando la buseta para regresar a Salento, nos pusimos a hablar con 2 hombres que vendían mazorcas de maíz, y nos regaló una cada uno. Este detalle habla del carácter de los colombianos, que son súper amables y hospitalarios. Siempre quieren que el turista se sienta cómodo y se preocupan realmente por nosotros.










El domingo fuimos al valle del Cocora. Primero dimos un paseo en caballo hasta la cima durante una hora y media. Estuvo muy divertido y probamos el único medio de transporte que nos quedaba utilizar. A la vuelta, andando, íbamos viendo de vez en cuando todo el valle con una espesa niebla que parecía desvanecerse durante minutos para regalarnos unas vistas hermosas. Lo más característico son las palmas de cera, palmeras gigantes de 60 metros de altura, que representan uno de los símbolos del país.









Volvimos a Salento sobre las 3, para un cafecito y una vuelta por el pueblo hasta el mirador. Al ser domingo, una de las calles estaba cortada para dejar pasear a los cientos de visitantes de fin de semana y hacer alguna compra en la infinidad de tiendas de artesanía preciosa. ¡Qué pena no tener espacio en la mochila!








La cena fue "light": una BANDEJA PAISA con chorizo, chicharrón, huevo frito, arroz, frijoles y plátano.

Con esto termina nuestra primera ruta en Colombia, conociendo uno de sus productos estrella, el café, y confirmando la bondad de su gente.

martes, 22 de julio de 2014

Cuzco y el Valle Sagrado

Nada más pisar el centro de Cuzco nos quedamos asombrados por su belleza, y eso que ya habíamos sido advertidos por muchos viajeros que nos hemos ido encontrando en el camino. La majestuosidad de su Plaza de Armas con una impresionante catedral, la historia que se respira en su ambiente, los edificios coloniales tan bien conservados, las bases de piedras incas de algunos edificios... todo en Cuzco hace que te sientas en un lugar especial.

Hemos pasado 12 fríos días en la zona, incluyendo los días que estuvimos en el camino inca, Macchu Picchu y Aguas Calientes (el pueblo de Machu Picchu), visitando la ciudad de Cuzco y el Valle Sagrado, del que hemos visto bastantes ruinas de las muchas que hay. 





Las primeras ruinas incas que visitamos fueron las de Pisaq, a una hora en autobús de Cuzco. Se encuentran en lo alto de una montaña, como la mayoría de ruinas, y tienen dos partes, las ruinas altas y las ruinas bajas. Suerte que cogimos un taxi para subir, porque la distancia y la subida eran considerables, y las dimensiones de las ruinas ya nos permitieron estar sobre dos horas bajando por la montaña contemplando antiguos templos y viviendas incas. Un auténtico tesoro.


 



Al día siguiente hicimos el free walking tour por la ciudad de Cuzco, donde aprendimos sobre su historia, curiosidades y subimos al cerro donde se encuentran las ruinas más cercanas a la ciudad, con unas vistas de Cuzco impresionantes. Además, nos encontramos un grupo de baile tradicional que estaban grabando un videoclip. ¡Un poco de folklore gratis!


Las siguientes ruinas que visitamos son quizás unas de las más famosas y espectaculares: Ollantaytambo. Están muy bien conservadas y son muy grandes, con un templo al sol, un templo al agua, fuentes y las típicas terrazas incas, que son espectaculares. Allí decidimos hacer la visita con una guía local, que nos acompañó contándonos cosas interesantísimas sobre estas ruinas y los incas en general.



Por la tarde fuimos a Morai, donde los restos arqueológicos son básicamente terrazas incas en forma circular dedicadas a la investigación de cultivos. Es impresionante ver la perfección con la que están hechas.



Cerca de Morai visitamos también unas salinas que son menos conocidas pero que fueron una grata sorpresa: las Salineras de Maras. Fueron utilizadas en la época inca y han ido creciendo desde entonces, todavía hoy proporcionan sal en la región.



Después de varios días de cultura y ruinas incas, la víspera de nuestra partida para iniciar el camino inca la pasamos descansando en la bonita ciudad de Cuzco. El miércoles 16 partimos bien temprano hacia Ollantaytambo de nuevo, esta vez para empezar la caminata de cuatro días hasta Machu Picchu. Pero esto se merece otra entrada. Después de visitar la ciudad perdida, pasamos una noche más en Aguas Calientes, donde pudimos relajarnos después de la caminata en las termas naturales, y el domingo por la noche volvimos a Cuzco.

Los tres días que nos quedaban en Cuzco los dedicamos a descansar y ver las ruinas más cercanas a la ciudad: Tambomachay, Puca Pucara, Qenqo y Sacsayhuaman, estas últimas las más bonitas.





No podía haber mejor manera de terminar nuestros días en Perú, con el impresionante Valle Sagrado y una de las maravillas del mundo, Machu Picchu. Perú ha sido un país que sorprende por su historia y su cultura, y por la gran variedad de paisajes, desde el altiplano a la más rica selva amazónica. Con estos lugares inolvidables dejamos el frío del altiplano peruano para conocer nuestro último destino: Colombia, donde nos espera un merecido descanso en playas del Caribe, entre otras cosas...